Se está debatiendo y concienciando la sociedad, y en concreto los gobernantes sobre los efectos del cambio climático, y las medidas para evitarlo, habiendo llegado a acuerdos en la cumbre de Paris, que cada Gobierno se ha comprometido a cumplir. Parece que también en la última reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC), se han orientado tanto los fundamentos y la justificación de las ayudas, como las líneas a seguir, en medidas que mitiguen el cambio climático, y en la próxima reforma de la PAC del 2.020 se va a incidir mucho mas en esas medidas que respeten el Medio Ambiente en Agricultura y Ganadería.
Se ha venido hablando desde hace varios años del beneficio de los árboles, es decir de las masas forestales en la mitigación del cambio climático, como sumideros de CO2, y en la política del agua, como los beneficios y externalidades de los montes que derivaría en una compensación económica para esas superficies, debiendo regularse en la PAC junto con las ayudas agrícolas y ganaderas, todo ello en cumplimiento por Bruselas de la “Directiva Marco de Inundaciones” y de la “Estrategia de Infraestructuras Verdes”.
Es innegable el beneficio medioambiental de los árboles, y muchos estudios técnicos demuestran que son determinantes en el ciclo del agua, ya que donde más árboles existen se producen mayores precipitaciones, y también los embalses se encuentran con mejor volumen de agua, por lo que los árboles están prestando unos servicios hidrológicos a la sociedad que no se remuneran. También está demostrado técnicamente que los árboles evitan las escorrentías, y con ello la erosión, favoreciendo la capa vegetal.
Conscientes de todos esos servicios y beneficios ambientales, en varios países se ha establecido unos pagos para el mantenimiento de las masas arboladas que son cuantificables tanto por la absorción de CO2 mediante la fijación de la Huella de Carbono, como por el ciclo del agua mediante la determinación de la Huella Hídrica. Y así se ha planteado varias veces por la Federación Forestal de Castilla y León de la que forma parte Asfosa, y las asociaciones forestales nacionales e internacionales, para que se fijen unas compensaciones, nunca como subsidio al propietario, sino como pago al mantenimiento y mejora de esas masas arboladas, y a esos servicios medioambientales perfectamente cuantificables.
Para ello, además de las ayudas de la PAC, que en la reforma actualmente en discusión se ponderan los criterios medioambientales para los pagos, existen también los Derechos de Emisión que corresponden a las industrias contaminantes en este caso de España, de tal manera que si el límite establecido para cada comunidad autónoma se sobrepasa, las empresas han de abonar dichos derechos o comprarlos, existiendo actualmente un ocultismo por la Administración sobre la subasta de los derechos y los fondos que se obtienen. Estando obligada cada Administración a que esos fondos se reviertan en quien absorbe dicha contaminación, como son las masas arboladas, compensando con dichos fondos a los propietarios de las mismas, y que cumplan con los criterios indicados.
Parece que en la reforma de la PAC que se está discutiendo actualmente el cambio climático es un elemento determinante para establecer las políticas agrarias, y en los avances sobre dicha reforma ya se indica que los compromisos medioambientales tienen que contemplarse en los pagos de la PAC, y en concreto respecto al segundo pilar de Desarrollo Rural, el 30% del presupuesto tiene que destinarse a medidas relacionadas con el medioambiente, el clima y el ciclo del agua.
Ahora por las asociaciones agrarias se argumenta muchas veces sobre los beneficios medioambientales, cuando en las anteriores reformas de la PAC se ignoraban y solo se aludía al criterio de la producción para mantener sus privilegios en los fondos europeos. Y mucho nos tememos que ahora intentarán justificar unos beneficios medioambientales en las producciones que no son ciertos ni están demostrados, con el fin de mantener sus privilegios, dejando una vez más a los árboles olvidados de todas las políticas agrícolas, cuando medioambientalmente son las producciones forestales las más beneficiosas, y los propietarios no reciben ninguna compensación por su mantenimiento y mejora. Seguiremos desde las asociaciones forestales luchando por ello.
Jesús Castaño Nieto.
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